LOS DIENTES DEL PERRO
Cuando cierto espléndido rumor
sube a la mente como por ascensores
seguramente es torbellino de lo demencial
que escupe (o arrasa) las penurias de lo bonito.
Arabescos salen de ciertos orificios
como formas gaseosas traviesamente aleatorias
como acres y aguerridos perfumes
y amo la roña de lo vital, la tanguera roña, el roñante gotan
y la mugre brillando en pantalones:
eso ajado y deshojado y perdido para siempre,
aquello deshilachado: lo roto, desvencijado, destartalado, quebrantado
y bellamente podrido. Así nos encuentra la madrugada:
en medio de pedazos y fragmentos y orgasmos y relámpagos y astillas
de Dios, en medio de la belleza
de todo lo descartado, fugaz y tierna o dulcemente marchito,
"felizmente fulminado".